Thursday, January 26, 2012

hola!!

A lo largo del día, allí donde esté, interrumpo lo que estoy haciendo y hago una pausa para la oración. No necesito cerrar los ojos ni esperar a tener algunos minutos de soledad. Dondequiera que esté, cualquiera sea mi tarea, puedo aquietar mis pensamientos y pronunciar una oración de agradecimiento a Dios.
Si algo me tiene preocupado, pongo mis preocupaciones en las manos de Dios. En esos momentos de estrecha comunión con Dios, se me quita el peso del problema. Tras la pausa para orar me siento apacible y en calmo. Relajado, reconcentrado en las responsabilidades que tengo ante mí; sé que puedo hacer todo lo necesario de modo ordenado y eficiente. Para reponerme con celeridad, incluyo varias pausas para rezar en mi rutina de cada día. 
¡Da resultado!

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